Tufo llegó a mediados de diciembre desde Altea, con heridas en la cara, producidas supuestamente por una pelea de perros, su mirada es rara y junto a su tamaño nos llegó a intimidar
Como todo perro nuevo que entra en el albergue, se le pone en una jaula solo, de cuarentena y se empiezan hacer analiticas y lo observamos, trás el tiempo estipulado de comprobación que esta sano y no tiene ningún problema, se le junta con otros perros y se intenta poner en las jaulas de delante para que lo vean futuros adoptantes
Lo intentamos juntar al cabo de ese tiempo, pero su comportamiento fue muy extraño, decir que la perra que elegimos era dócil y muy buena, pero Tufo no estaba por la labor, la ignoró todo el rato y cuando se les metió en la jaula, la miró por primera vez y su gruñido fue tremendo, así que se pasó hasta ayer solo, porque aparte no teníamos bozal para seguir probandolo, pero ayer una voluntaria nueva, en su segundo día de albergue le compró un bozal y por fin pudimos hacer otra intentona, esta vez las cosas fueron muchisimo mejor, Tufo se convirtió en otro perro, juguetón, bruto, porque lo es, pero muy bueno, lo juntamos con Patri, otra perrita que tampoco estaba en las jaulas de delante y por lo tanto no tenía la oportunidad de que la vieran las personas que pasan por el albergue
Pese a esa mirada que tiene, y lo grandote que es, podemos decir que Tufo es bueno, muy bueno, y ahora, después de casi tres meses en el albergue esta acompañado, que falta le hacía!!!
Así que habrá que darle las gracias a Nerea, que se pasó una semana pensando en él y pese a estar en el paro y no muy bien económicamente, se gastó un dinerito pensando en Tufo y ahora tenemos todos la recompensa
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